Carnavales (Godos)

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En Godos a veces las fiestas patronales en honor a Santa Elena, coincidían con los carnavales y entonces "la fiesta era muy gorda".

Los carnavales en Godos duraban tres días y eran de los más afamados de la zona, dicen los de Godos que los de Torrecilla del Rebollar comentaban cómo se les oía chillar y divertirse, pues era una de las fiestas más divertidas del año.

Los informantes han conocido la celebración de carnaval en Godos desde los años 30 y recuerdan que, cuando la guerra, Franco lo prohibió. En Godos se echó un bando en el que se prohibió taparse las caras, pero parece que, haciendo caso o no de la prohibición, lo seguían celebrando.

Una de las cosas que más se recuerda es el conocido como "baile del capullé", que era bailado por los hombres mayores (de 50 años para arriba) y casados, las mujeres se dedicaban a mirar, pero no participaban activamente. Era un baile que se hacía en la plaza del ayuntamiento, junto al trinquete, para los carnavales, durante los tres días. "El baile del capullé no lo sabe nadie nadie más que usté", mientras se ponían en corro los bailadores, uno de los cuales mandaba (recuerdan a Marcial) y entonaba en primer lugar: "un dedé" (todos a poner el dedo), "un tripé" (la tripa), "un culé" (el culo),... y "Arriba mampullé" (todos arriba y a bailar en corro).

Hay un dicho en Godos que reza: "Un martes de carnaval / de gitana me vestí / entré al salón de baile / por ver a mi novio así"

Durante esos días de carnaval, la gente corría por las calles, principalmente las mozas perseguidas por los mozos que las manchaban con azulete, por donde las pillaban: cara, ropa,... alguna vez se entraba en alguna casa, cuando se tenía algo de confianza en la casa que entraban las mozas a refugiarse. Allí eras bien recibido, "la olla con el pollo estaba en el fuego, cogías una pierna y te la comías y no pasaba nada". A veces los mozos incluso se quedaban en la pajera de la casa a dormir, estaban borrachos y no volvían a casa, y a la mañana siguiente las madres iban preguntando por ellos en las casas de los familiares.

Los zarragones o zarramacones eran los disfraces más característicos. Eran llevados por los mozos y hombres jóvenes (los casados apenas se vestían), y consistían en una serie de esquilos colgados en la espalda y hombros, y una especie de delantales hechos con pieles de oveja, que cubrían las piernas y pecho. Los zarramacones se tiznaban la cara con hollín de las sartenes y portaban una morral de pastor con una cajica donde llevaban el azulete. También llevaban una escoba que mojaban para manchar a las mujeres, mayormente se atacaba a las mozas solteras (que eran las que más provocaban a los mozos). Las casadas se quedaban en la puerta de casa o en una esquina y al pasar los zarramacones, a veces también las manchaban con barro y agua.


Los días de la fiesta por la mañana, 4-5 mozos salían a pedir tortas huecas, madalenas, mantecaos,... que se comían en merienda de la tarde. Al final de la fiesta, con las tortas sobrantes, se cortaban a trozos (ya estaban algo duras) y se hacía sopeta remojándolas con vino, dicen que estaba buenísima y que acudían todos a comerla, acompañada con vino dulce.


El entierro de la sardina se hacía el último día de carnaval. Cada uno ponía una sardina rancia en la punta de un palo o caña, y marchaban "en procesión" por un camino hasta la zona de las eras del Calvario, donde la enterraban. A veces alguno iba y la desenterraba para comérsela (había mucha necesidad).

Bibliografía